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Luis Felipe Manrique, el artista que rescata técnicas ancestrales para vigorizar la identidad huancavelicana

Luis Felipe Manrique, el artista que rescata técnicas ancestrales para vigorizar la identidad huancavelicana

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Un sol abrigador se cuela por la ventana de un taller artesanal de la calle Mercurio del popular barrio de Yananaco, en la ciudad de Huancavelica, una tarde de junio. Sobre la mesa de la habitación se confunden pinceles, retazos de maguey, una olla con yeso, con engrudo, máscaras, una cruz, cuadros, la Virgen Dolorosa con Jesús a sus pies, un taller de arte en miniatura, portaveleros, maquetas de libros. Como todos los días, desde que su padre Emiliano falleció en abril del 2020, Luis Felipe Manrique Flores, crea obras de artesanía en este lugar que ha heredado de su estirpe. Todos los días.

Dos esculturas de más de un metro setenta de altura —Jesús con las manos cruzadas y la Virgen María con las manos de súplica— acompañan sus tardes y madrugadas. “Trabajo más entre las 2 y 5 de la mañana y un rato en las tardes”, revela mientras secan unos cuadros de las principales festividades de Huancavelica. Una chaqueta beige con agujeros en el vientre, manchada de acuarelas, temperas y esmaltes, indican que su trabajo es arduo.

Luis Felipe mostrando su obra en el taller de su padre que ocupa desde abril del 2020.

Desde la partida de su padre, Luis Felipe, de 43 años, dedica todo su tiempo a las artes plásticas en el taller de Emiliano Manrique, un hombre que vio la vida desde la música y las artes. Alguien que prefirió quedarse en Huancavelica antes que alcanzar la fama con el gran Arturo “Sambo” Cavero. “Tal vez mi padre hubiera sido el mejor guitarrista del Perú, pero no aceptó la invitación, no quería dejar Huancavelica. La última palabra de mi padre fue Huancavelica”, rememora con nostalgia Luis Felipe.

En 2021, Luis Felipe obtuvo el premio Artesano Creativo del Bicentenario en un concurso organizado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo y la Embajada de Estados Unidos. Lo hizo con un video de 2 minutos donde narra su trabajo con las técnicas ancestrales para sus esculturas religiosas y costumbristas. Luego fue galardonado como uno de los Peruanos que Suman 2023, organizado por el diario El Comercio y el BCP.

Otro premio a su obra se encuentra en el Museo Nacional de la Cultura Peruana, que posee la más importante colección pública de las artes populares y tradicionales del Perú. Este reconocimiento a Luis Felipe le llegó con ayuda de su padre, desde el más allá. “Tenía un montón de ideas y faltaba poco para el concurso. En sueños, mi padre me indicó que en el taller estaba todo lo que necesitaba. Cuando me levanto, veo todo lo que hay de las costumbres de Huancavelica y de repente se aclara mi mente”, recuerda.

El resultado fue la recreación del taller de su padre, pero en miniatura: las imágenes de las principales festividades de Huancavelica (niño Lachocc, niño Occe y niño Perdido), las máscaras de los quichcamachos y de los Tres Reyes Magos, junto a una mesa de trabajo con colores, lápices, pinceles, recreados con mondadientes, y ollas y vasijas para el mezclado del yeso y engrudo. Todo en un espacio de poco más de un metro cuadrado.

Primera réplica del taller en miniatura de Emiliano Manrique, elaborado por su hijo Luis Felipe.

Su arte revalora la identidad huancavelicana y rescata las técnicas ancestrales. Tiene invitaciones de países como México y Ecuador, a este último viajará a finales de año para el II Encuentro Internacional de Artistas Mascareros. “Estoy investigando sobre las costumbres y festividades de la región y el uso de máscaras para realizarlas en yeso y engrudo”, adelanta Luis Felipe, quien también fue reconocido en el I encuentro desarrollado del 13 al 16 de julio de 2024 en Paucartambo – Cuzco, donde presentó nueve máscaras de todas las fiestas costumbristas de Huancavelica.

Pero el primer reconocimiento a su talento lo recibió en 2001, a los 18 años, en una exposición de pintura organizado por el Mincetur. “El viceministro de Turismo escogió mi cuadro y fue remunerado”, recuerda. Ese fue el inicio de su relación inspiradora con Huancavelica, donde nació un 3 de diciembre de 1983. Creció en el seno de una familia religiosa y artística, de la mano de su abuelo Julio, quien llegó a Huancavelica con la Orden Franciscana, a la cual renunció por el amor de una mujer. De la unión con Primitiva nacieron 5 hijos, entre ellos, Emiliano Manrique, su padre, quien también a los 18 años, formó el grupo musical “Arpegios” y grabó dos acústicos: joyas del folclor huancavelicano y joyas del folclor peruano. De ahí que Luis Felipe y sus tres hermanos —Miguel Ángel, María y Julio— cultivaron el talento para la música y el 2013 retomaron la nueva generación de “Arpegios”. Para el fin de año alistan un gran espectáculo, dirigido por su sobrino José María Manrique.

El renacimiento de los Arpegios está formado por los hermanos Manrique Flores.

Luis Felipe, la segunda voz de Arpegios, reflexiona: “Como artistas llevamos una carga muy pesada sobre los hombros. En nosotros está que las costumbres, la tradición y la historia de cada pueblo siga viva. Si nosotros como artistas, artesanos, tomamos todo a la ligera, nuestra historia se va tergiversar. Es un trabajo arduo el que nos toca”.

Esa historia de la que habla se repite como un rezo en el papel que protagoniza en la escenificación del Vía Crucis más alto del mundo. Cada Viernes Santo, desde hace 20 años, Luis Felipe personifica a Jesús junto a los actores del grupo teatral “Karol Wojtyla”, en honor al Papa Juan Pablo II. Su parecido a Jesús lo llevó a interpretar uno de los papeles más difíciles del grupo: cargar la cruz a lo largo de 10 kilómetros, desde la Plaza de Armas hasta el cerro Oropesa, uno de los cuatro cerros que vigila la ciudad de Huancavelica.

Veinte años después, el artesano-actor ha pensado en dejar el papel de Jesús, pero — advierte— no encuentra a la persona adecuada. “Tiene que ser alguien que tenga una coherencia de vida”, dice mientras que en taller Karol Wojtyla, fundado por su familia, prepara una obra de teatro que presentarán en setiembre. También planean filmar una película, posiblemente en quechua. “La idea es involucrar a más niños, jóvenes de colegio y centros superiores para que puedan tener otras alternativas de distracción”, comenta. Cree con firmeza en que solo el arte puede transformar al mundo, sobre todo en una sociedad donde las costumbres y tradiciones se miden por el mayordomo que trajo al mejor cantante, que ha regalado más cerveza y que ha apostado por el mejor toro para las tardes taurinas que terminan con los animales arrastrados por la ciudad.

Luis Felipe también está convencido de que el arte es el camino para ser conscientes de la realidad, para ser más humanos y sensibles. Por eso, impulsa la creación de una Escuela de Bellas Artes en Huancavelica, que había sido anunciado en la gestión del expresidente Federico Salas (2006-2010) cuando su padre fue reconocido como artista de la cultura viva. “Tenemos autoridades que son profesionales, pero no tenemos autoridades cultas”, reflexiona decepcionado de cada alcalde y gobernador que ha gobernado Huancavelica. Nada lejos del Congreso y de la presidenta del Perú.

En esas cavilaciones estaba cuando se siente otra vez el sol dentro del taller de arte que, aunque se ubica en una empinada calle, pronto se convertirá en un museo con las obras de arte de su familia.

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