Luis Felipe Manrique Flores tenía 23 años cuando descubrió en las fotos de su padre el parecido con la imagen de Jesús. En esas fotos en blanco y negro, su padre tenía la cabellera larga y la barba crecida. No le quedó duda en que debería seguir los mismos pasos. Y sobretodo, tenía la curiosidad de incursionar en el teatro, nada ajeno en una familia que ha cultivado el arte desde sus abuelos.
No pasaron muchos años para que Luis Felipe interpretara al ‘Hijo de Dios’. Empezó en el 2005 en la iglesia San Sebastián, en la clausura del Año Eucarístico donde escenificó la última cena. “Se necesitaba el personaje de Jesús y como tenía el cabello y la barba crecida, me dieron el papel”, recuerda.
Como la fe mueve montañas, ese mismo año, se vinculó a la escenificación del Vía Crucis hacia el Santuario del Señor de Oropesa, ubicado a más de 4300 metros de altura, en Huancavelica. En esta primera representación teatral, Luis Felipe empezó en la dirección, pero al año siguiente interpretó el papel de Jesús. Desde entonces y cada Viernes Santo, ha cargado la cruz de Jesucristo, salvo los dos años de pandemia que ha confinado a la población en sus casas por temor a la propagación del coronavirus.
Jesús el papel más difícil
Para un hombre que se ha formado en el seno de una familia católica de cuatro hermanos, todos actores en la representación teatral del Vía Crucis del Viernes Santo, interpretar la vida de Jesús ha sido el papel más difícil que le ha tocado como actor. “Al representar a Jesús tengo dos sentimientos contradictorios: Muy afortunado al tener las características físicas que me asemejan al ‘Hijo de Dios’ por ser un personaje histórico en la vida de millones de creyentes, y a la vez me siento un poco indigno porque soy un ser humano con muchas debilidades y deficiencias”, dice.
Es difícil saber el peso que tiene la vida de Jesús en la vida de Luis Felipe de 38 años, de cabello crecido y ondeado, oscuras cejas gruesas y ojos redondos. “No solo se trata de actuar, es llevar a la vida diaria porque la gente empieza a mirarte de otra manera, tal vez como un ejemplo a seguir en la vida que uno lleva”, comenta muy cauto.
Para Luis Felipe, la representación teatral del vía crucis que inicia en el atrio de la Catedral de la Plaza de Armas en Huancavelica, donde es ajusticiado, azotado y condenado a cargar la cruz por una pendiente de 10 kilómetros hasta el Santuario de Oropesa, le da sentido a las cosas que hace en su vida, sobretodo a mantener viva la fe en Jesucristo.
Preparación espiritual
Este recorrido doloroso que dura un promedio de dos horas le demanda a Luis Felipe y al grupo de actores que lo acompañan hasta el Santuario del Señor de Oropesa una preparación espiritual más que física. “En todo este tiempo que interpreto a Jesús no he tenido una preparación física detallada, solo los ensayos días previo a la escenificación que hacemos un recorrido hasta el cerro”, dice.
El trabajo más difícil está en la preparación espiritual. “Todo el año trato de repasar más la biblia para revivir las etapas que ha vivido Jesús, ello me permite interiorizar y representarlo de la mejor manera”, agrega mientras prepara la túnica que vestirá este Viernes Santo.
Luis Felipe está de regreso, luego de dos años de restricciones por la pandemia del virus del coronavirus, para personificar al ‘Hijo de Dios’ en estos doce años de escenificación del Vía Crucis en Huancavelica, por el taller de teatro ‘Karol Wojtyla’. Amén.
