Fernanda Luz Vértiz Vega(*)
El caso de Mateo Chacón Cornejo sigue siendo un misterio. Lo conocí siempre contento, con un rostro que no expresaba problemas. Era marzo del 2022 y Mateo llevaba una vida relajada, en fiestas y licor, siempre acompañado, pero también reservado. Así vivía hasta que un domingo, después de ir a jugar un partido de fulbito, decidió salir a divertirse a una discoteca y tomar un rato, Nadie presentía lo que pasaría después. “Mi hermano era la persona más alegre del mundo, me hacía reír en los peores momentos, pero guardaba cosas que me decía solo estando ebrio, yo creo que tenía problemas con gente peligrosa”, confiesa Andrea Chacón, con una tristeza profunda días después de encontrar el cuerpo de su hermano descuartizado, flotando en las orillas del río Mantaro. Ella notó comportamientos extraños unos días antes de la tragedia.
¿Entonces, qué le pasó a Mateo Chacón aquel 14 de marzo? Según sus amigos, se retiró solo de la discoteca a las 8 de la noche en cierto estado de ebriedad con destino a su casa y tomó el primer taxi que se le atravesó en el camino. Al ver que su hermano no volvía a casa por dos días, Andrea avisó a sus padres, porque ellos pensaban que Mateo estaba en un proceso de cambio sobre su comportamiento. “Me estuvo escribiendo a las 8:40 de la noche, me dijo que estaba a dos cuadras de la casa, y quedé en abrirle la puerta, me demoré un poco, pero aun así mi hermano nunca llegó, y me dejó de contestar; supuse que se fue a seguir tomando”, narra la hermana. Sus padres entraron en preocupación y empezaron la búsqueda.
Pasaban los días y parecía que se lo había comido la tierra. Se publicaban avisos por las calles, la comisaría y nada resultaba. La preocupación crecía. “Este año mi hijo empezaba sus estudios en la UPC de Lima, tiene apenas 19 años y quería ser ingeniero de sistemas, todo estaba listo para su mudanza”, se escuchaba entre lágrimas a la madre.
Tras una semana de la desaparición, los vecinos de Huamancaca, reportan un cuerpo flotando a las orillas del río. La policía llamó a los familiares de Mateo para reconocer el cuerpo descuartizado y sin órganos. Al levantar el frío plástico que cubría el cadáver, el padre lo reconoció y se derrumbó por la tristeza. De perder al mayor de sus hijos. La hermana y la madre se desmayaron. ¿Quién pudo hacerle tanto daño a Mateo? Pese a que han pasado dos años de aquella muerte, me sigo preguntando por qué tanto daño a una persona con alma tan noble, alegre, respetuosa y protectora hasta en los peores momentos.
Mateo fue sepultado en el cementerio de Huancayo, dejando a su alrededor hondo pesar en sus familiares y la población de Huancayo, porque trascendió que era un caso de tráfico de órganos. Testigos del velorio y del entierro aseguraban que la víctima estaba irreconocible. La madre de Mateo reclamaba a cada amigo que se acercaba diciéndoles que no lo habían cuidado.
Tanto tiempo después, el cruel asesinato de Mateo Chacón siempre quedará en la incógnita y la impunidad, porque su familia no alcanza justicia. Los amigos de Mateo lo extrañan esperan que la policía investigue esta muerte, para que este joven pueda descansar en paz.
(*) Producto del curso de Periodismo Interpretativo de Estudiantes del IV Semestre de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional del Centro del Perú.
