Cada tres años en la provincia de Bolívar, región de La Libertad, una semana antes de Domingo de Ramos se elige una “Comisión de Palmeros”, un grupo de doce personas que evocan a los doce apóstoles, quienes tiene la misión de hacer una peregrinación de tres días para recoger las palmas que se usarán durante las celebraciones de Semana Santa, la peregrinación la hacen descalzos.
Los palmeros hacen un viaje de penitencia con un fiambre que consiste en hojas de coca y aguardiente de caña. La ruta, siempre hacia el oriente, inicia a 3185 m. s. n. m. trepa la cordillera y llega a la encañada de Sirimalita, un desfiladero de veinte metros de alto, donde se despiden de sus llanques u ojotas. Así con los pies descalzos empiezan a subir el desfiladero aprovechando las hendiduras de las rocas.
Ya a más de 4 mil m. s. n. m. los palmeros llegan a “la cueva” donde se encomiendan a tres cruces o calvarios y prometen cumplir con la tradición siguiendo el recorrido descalzos. La costumbre cuenta que los doce apóstoles seguían a Jesús por una camino así de difícil quienes dudaron del éxito se perdieron y Jesus apareció montado en un burro y los condujo a la cueva donde se encomiendan.
Con llagas y dolor en los pies por el frío y la travesía llegan a la frontera con la región San Martín, donde crecen este tipo de palmas. Realizan la jornada de recolección, descansan por turnos durante la noche para no ser “encantados” y a la mañana siguiente siguen recogiendo las palmas para iniciar la ruta de regreso.
En Sirimalita recogen sus ojotas y el miércoles llegan a Bolívar donde los reciben con las campanadas de la iglesia, músicos de flauta y caja tocan la tonada “el alabao” y así Bolívar con sus nuevas palmas puede iniciar su Semana Santa.