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Crónica: Las líneas de la historia

Crónica: Las líneas de la historia

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Al norte de Huancayo, en el parque de los mates burilados, Cochas Chico, existen pequeños emprendimientos de artesanía que cautivan a los visitantes. Ahí trabaja Elina, descendiente de la familia Aquino, sentada en un rincón de su tienda, siempre con una sonrisa. Ella nos explicará el procedimiento, la pasión y la dedicación que conlleva el proceso del burilado. Así como un pintor usa un pincel, estas artesanas lo hacen con un buril. Desde tiempos remotos, la planta de Lagenaria siceraria, normalmente conocida como mate o calabaza en Perú, produce un fruto de corteza leñosa que constituye el soporte para la elaboración de los mates burilados. Estos preciados objetos son las tradicionales calabazas de mate, pero decoradas con una técnica artesanal realizada con un buril como instrumento principal.

Artesana Elina Aquino

Esta técnica es heredada de generación en generación por artesanos peruanos y se utiliza en diferentes regiones. Sus orígenes se remontan a la Huaca Prieta, en el valle de Chicama, en la costa norte de Perú. Los ejemplares más antiguos que se han encontrado datan de hace 3500 años. El más antiguo fue descubierto por el arqueólogo estadounidense Junius Bird, en el Complejo arqueológico de la Huaca Prieta, en La Libertad (se encuentra en el Museo Nacional de Cultura Peruana).

Cochas Chico ciudad de los mates

Dicha técnica se asocia por ejemplo a los incas, quienes utilizaban los mates como recipientes, instrumentos musicales e incluso como amuletos ceremoniales. Y actualmente se desarrolla más en la región de Ayacucho. Esa herencia es la que recoge Elina con imaginación y creatividad a través de sus dichosas manos, cincelando las costumbres del valle del Mantaro, las fiestas, las cosechas, la ganadería, las creencias y la vida cotidiana de las comunidades andinas, sin dejar de olvidarse de las representaciones religiosas, rituales, mitos, leyendas, bailes típicos, animales y alimentos. Cada detalle es meticulosamente trabajado, resaltando la belleza natural de la calabaza y transformándola en una obra de arte única.

Ella enseña a su descendencia este arte porque cree que es muy importante que no se pierdan nuestras tradiciones del valle del Mantaro, ya que esto nos hace únicos. Su arte viene desde niña, desde sus padres y abuelos. Por eso nos invitó a su taller, donde nos mostró sus diversas herramientas y la forma de tallar con el buril para darle variedad de color a los mates, Elina dice que el ichu quema solo el carbón y el aceite con el que sobaba el mate delineaba el dibujo. Para los mates a color, ella utiliza anilina, ese material que también se utiliza para teñir la lana, que compra por onzas, hierve y le echa un poquito de sal para que resalten los diferentes colores.

Emprendimientos de los mates burilados

A veces varía los colores de la anilina para darle contraste a ciertos mates, luego los quema con un soplete con bencina, como lo hacían su papá y su mamá, que quemaban con el quinual soplando, y para ciertos colores, le echaban un ácido con el soplete, para finalmente lavar el mate que recibirá una capa de cera antes de salir brilloso. Tanto pequeños como grandes, los mates siempre toman tiempo y dedicación, dependiendo de los tallados finos y complicados, que puede demorar 24 horas hasta una semana dependiendo del acabado. Se cuida mucho que la lectura del mate burilado se pueda hacer de forma circular y de abajo hacia arriba. Todas las imágenes están entrelazadas una con otra.

Elina comenta que la mayoría de artesanos no salen de su zona de confort a falta de tiempo, economía y apoyo, y sienten nostalgia de que algún día esa costumbre desaparezca y quede en el olvido, por eso sonríe con esperanza cuando cuenta que su hija menor ya realiza tallados que aprendió solo con mirarla trabajar, poniéndole su inspiración y creatividad. Sabe que los mates burilados son historias gráficas que perdurarán las tradiciones y costumbres del valle del Mantaro y, a pesar que los artesanos desaparezcan, los mates quedarán como cultura en cada familia y pasarán de generación en generación.

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